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Cuando la amplitud de miras es un salvavidas

«Amplitud» (Range), de David Epstein, es uno de los mejores libros que he leído últimamente. Científico de formación, Epstein tiene experiencia como periodista en el ámbito deportivo y tuvo un importante éxito con su anterior libro, «El gen deportivo«. En parte, Amplitud tiene su origen en ese anterior trabajo y se inicia con las historias de Tiger Woods y Roger Federer para tratar de dar respuesta a un interrogante: es mejor especializarse en algo lo antes posible (Woods) o, a la larga, es más conveniente probar distintas disciplinas y alcanzar un desarrollo más tardío (Federer). Amplitud, que se lee de una forma amena porque incluye numerosas historias reales, cuenta con un sólido trabajo de investigación y documentación, como reflejan las numerosas notas al final del libro.

Aunque se inicia con la historia de dos deportistas profesionales, Epstein rápidamente amplía su visión a otras experiencias vitales y profesionales. Aquí es donde creo que el libro aporta más valor porque desmonta de forma sistemática el mito de que, profesionalmente, es conveniente alcanzar un alto grado de especialización lo antes posible. El autor defiende que, en realidad, los generalistas son los que triunfan en un mundo especializado. A medida que crece la complejidad y la tecnología interconecta sistemas en los cuales cada individuo ve solo su pequeña parte, cada vez será más necesario tener gente con amplia experiencia en distintos ámbitos y diferentes perspectivas, gente con amplitud. Pero el libro va más allá y tiene un fondo aún más luminoso y vital porque defiende que nunca es tarde para iniciar ningún cambio profesional. Y pone muy buenos ejemplos.

Hay varias ideas que merece la pena destacar:

  • Quienes se especializan pronto pueden tener ciertas ventajas iniciales pero los tardíos suelen encontrar trabajos que se adecuan mejor a sus habilidades y personalidades.
  • Una cantidad aplastante de estudios demuestran que los expertos más cualificados pueden tener tal estrechez de miras que, cuanta más experiencia tienen, peores resultados obtienen a pesar de que se muestran más confiados, lo que casi siempre es una combinación peligrosa. Suele funcionar mejor pensar fuera de la caja y para ello es mejor contar con perfiles más generalistas, gente que tenga la habilidad de integrar desde una perspectiva más amplia.
  • Que la experiencia (especialización) o la falta de la misma lleve a tener más pericia depende enteramente del tipo de actividad. En los entornos más cambiantes, que suelen ser los más habituales, la evidencia muestra que la experiencia refuerza las lecciones erróneas. Cuando las reglas se alteran solo un poco, los expertos son menos flexibles. Da mejores resultados tener “un pie fuera de tu mundo”. En un mundo cambiante, con desafíos poco definidos y pocas reglas estables, la amplitud de miras puede ser un salvavidas.
  • El conocimiento detallado previo y la experiencia son menos importantes que la forma de pensar. Habitualmente, la gente es capaz de aprender de la experiencia pero cuesta más encontrar gente que se capaz de aprender sin experiencia y eso es lo que requiere un mundo cambiante: habilidades de razonamiento conceptual que puedan conectar nuevas ideas y funcionar en distintos contextos. A veces, menos de lo mismo, es más.
  • Se requiere tiempo para un desarrollo personal y profesional de largo alcance, pero merece la pena. Aunque resulta contraintuitivo, el mejor aprendizaje es siempre lento; hacerlo mal ahora es esencial para hacerlo bien más tarde. Aprender profundamente implica aprender despacio para ser capaz de hacer buenas conexiones.
  • En un entorno cambiante, basarse en la experiencia de un solo campo no solo es limitante sino que puede ser desastroso. Nuestro juicio suele ser más extremo cuando conocemos más detalles de un tema. Puede parecer que lo mejor es enfocarnos en los detalles específicos de un problema pero a menudo es justo lo contrario.
  • Pensamiento de fuera hacia adentro: los mejores solucionadores de problemas son aquellos capaces de determinar la estructura profunda de un problema antes de aplicarle una solución. Un especialista se convierte fácilmente en alguien con un martillo que ve clavos en todos lados; los generalistas son mejores encontrando el tipo de problema de que se trata y si algo sabemos es que «un problema bien planteado ya está medio resuelto».
  • La alta especialización genera campos cada vez más reducidos y, en cada vez más ocasiones, solo alguien que esté al margen y sea capaz de combinar diferentes conocimientos puede ver una solución.

“No tiene sentido remitirnos a ayer, porque entonces yo era otra persona”, Alicia en el País de las Maravillas

Hay una parte del libro que me ha impactado especialmente. En general, somos un desastre a la hora de hacer una correcta evaluación de nosotros mismos. Somos conscientes de que nuestros deseos y motivaciones han cambiado mucho desde que éramos adolescentes pero creemos que no cambiaremos mucho en el futuro. La realidad, claro, es otra. Creemos que ya estamos finalizados pero somos seres en continuo desarrollo. La única certeza es el cambio.

Tendemos a ver un cambio de trabajo, de puesto o de funciones como un contratiempo, algo que no debemos buscar de forma activa, como si en ese caso todo lo anterior hubiera sido una pérdida de tiempo y se interrumpiera nuestra especialización teniendo que empezar otra vez. Continuamente, se nos invita a que nos analicemos, buscando nuestras fortalezas, sin tener en consideración cuánto crecemos, evolucionamos y descubrimos cosas nuevas. Como señala en el libro Herminia Ibarra, una profesora de comportamiento organizacional de la London School of Economics, en realidad, es mejor probar y experimentar distintas cosas y ver qué sucede.

A veces podemos sentir que ya es tarde, que nos hemos quedado atrás o que, a partir de cierto momento, ya no nos conviene intentar cambiar. Todo el libro es una invitación a hacerlo y a mejorar de forma continua: «Compárate a ti mismo con tu yo de ayer, no con gente joven que no son tú». A veces no somos conscientes, pero son muchísimas las ventajas de tener un perfil profesional con un visión amplia, con conocimiento de diferentes puestos y facetas de un negocio. Un perfil generalista que combine diferentes conocimientos.

De una forma muy convincente y con el respaldo de numerosas experiencias personales, Epstein va desarrollando a lo largo del libro sus dos ideas principales:

  • Especializarte te dará una gran ventaja inicial pero no es necesariamente lo mejor pensando en una estrategia profesional a largo plazo. La especialización resta flexibilidad de análisis, que es justo lo más necesario en los entornos actuales.
  • Nunca es tarde para cambiar. Entre otras cosas, porque nosotros mismos vamos cambiando con el tiempo. Es difícil saber en qué te quieres convertir realmente. No diseñes un gran plan porque la vida te irá cambiando; haz experimentos que puedas realizar en poco tiempo. Prueba y aprende por el camino. Mira tus opciones disponibles y escoge aquellas que puedan ampliar el horizonte de aún más opciones en el futuro.

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